viernes, 13 de marzo de 2009

¿Cómo mejorar la economía?...

Podemos tener la excusa de que la gente no se había encontrado nunca en una situación parecida. Pero esto no quiere decir que no se pueda afrontar la crisis ni que no existan experiencias pasadas que puedan servirnos de pauta para seguir adelante. ¿Hace falta recordar estas pautas? Pues eso parece, porque los unos las han olvidado y los otros dan la sensación de no conocerlas.

Como ocurre con cualquier contratiempo, es cuanto menos útil conocer las causas. Aquí se ha producido una confusión sin paliativos. La razón última de la crisis para los españoles está en el endeudamiento excesivo en el que ha incurrido España en el contexto europeo. El país más endeudado de la Unión Europea iba a sufrir en mayor medida que los demás el impacto de una crisis de confianza. Eso está claro.

La primera pauta para salir de la crisis es aceptar que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades durante demasiado tiempo. Los que se preguntaban por qué las clases medias españoles no parecían afectadas por las mismas restricciones y cautelas que las francesas o alemanas tienen ahora la respuesta. Estos sectores sociales estaban viviendo por encima de sus medios.

¿Qué significa esto? Pues que tenemos que rediseñar cada uno de nosotros una nueva estrategia de compromisos. Frente a unos recursos limitados, no hay más remedio que reconsiderar qué compromisos adquiridos o queridos debemos aplazar en favor de otros. No se trata casi nunca de compromisos inevitables, aunque algunos lo son y por eso las empresas, y no sólo las personas, tienen que replantearse su escala de prioridades.

Diga lo que diga el Gobierno, cada familia no tendrá más remedio que sentarse a reflexionar sobre cuál debe ser su futura estrategia de compromisos individuales. Son medidas para salir de la crisis y no para entrar en ella y, en este sentido, es correcto afirmar que ‘al mal tiempo, buena cara’.

Hay más. Un país turístico como España puede encajar un ritmo de construcción inmobiliaria mayor que el de sus países vecinos. Pero no puede construir más que todos ellos juntos sin correr graves riesgos – como el impacto negativo sobre su medio ambiente, desde luego, pero también sobre el mercado laboral y la vida social- en caso de una caída inesperada de la demanda. Habíamos apostado tanto en la construcción que ningún otro país europeo iguala la intensidad del cambio de ciclo de la demanda. La caída es aquí mucho mayor que en cualquier otro sitio. Y el impacto negativo sobre el paisaje natural y la vida social, otro tanto.

En el contexto de la crisis ahora parece evidente que, aunque no lo parecía hace dos años, hay que estar dispuesto a cambiar de entorno, ser algo más humilde y consensuar con los demás.