martes, 4 de enero de 2011

La burbuja de la Felicidad....


Navidad: gastos extra en el hogar y encuentros familiares. En estas fechas, la crisis económica puede aumentar las emociones negativas y agudizar rivalidades y envidias con los más cercanos. No en vano, estas fiestas despiertan sentimientos de tristeza en un 80% de las personas que las celebran en familia.

En realidad, según estimaciones de diversos estudios, la Navidad por sí sola, no genera rechazo alguno, pero si es cierto que las ausencias o el recuerdo de episodios conflictivos anteriores despiertan ese sentimiento en algunas personas.

En este contexto, la incertidumbre económica puede contribuir o ser una amenaza para convertir estas fechas en un foco de discordia. En definitiva, pondrían a prueba las buenas relaciones de convivencia. Las encuestas de consumo publicadas durante estos días, confirman este hecho coincidiendo en que hay una reducción de gastos, pero también cambios para más de la mitad de los habitantes del país en las costumbres de esta celebración que, cada vez más, se resume en comidas y regalos.

Así, según un sondeo del CIS sobre sentimientos y comportamientos ante la Navidad, ahora son más las personas que asocian este período con un 'incremento de los gastos’ que los que lo hacen con ‘ilusión para los niños’, ‘diversión, cenas, reuniones con amigos’ o ‘fiesta familiar’. Y de acuerdo con otro estudio, casi todos las viven acompañados. Un 44% acostumbra a cenar en Nochebuena en casa con otras personas cercanas, un 22,4% en el domicilio de sus padres o de sus sueños y en torno a un 4% solos en su vivienda. El resto acude a casa de los hijos, los amigos u otros parientes. Y aquí está el primer punto de fricción: todos los años se discute dónde toca comer y cenar…. O bien, pensar qué comer y salir a comprar regalos, sin saber qué y con las tiendas llenas es agobiante, y a ello, en algunos casos, hay que sumar problemas financieros.

Además, el alumbrado de las calles, la lotería, la publicidad…. transmiten que son días especiales. Todo parece fácil, lleno de luces, sin embargo, la vida de muchas personas no es así. Tienen un sueldo bajo, una hipoteca, problemas de familia, de vivienda, de relación, están lejos de casa….y éstas personas se sienten bichos raros que tienen dificultades.

El problema es que se construye una burbuja de felicidad en la que no todo el mundo está incluido. Es en estos momentos cuando aparecen las inseguridades y… que quede claro, nadie es ajeno a esta situación, porque compartir la adversidad con la familia, es sólo recomendable cuando está bien estructurada y mantiene estrechos lazos afectivos. En este caso, la crisis une pero, si hay tensiones anteriores, la crisis puede agudizar rivalidades y envidias que pueden estallar en los encuentros familiares propios de estas fechas. En otras palabras, puede ser ‘la mecha que enciende la pólvora’ cuando existen roces, desencanto o desigualdades en lo personal y lo laboral entre unos y otros. Por si fuera poco, todo este panorama puede resultar agravado por el efecto desinhibidor del alcohol.

Al margen de lo anterior, las Navidades, por sí mismas, también pueden desencadenar una bajada repentina de ánimo, que generalmente es temporal. Suele desaparecer tras las fiestas. En estos días, algunas personas experimentan melancolía, añoranza de aquello que han perdido e impotencia de no llegar a las expectativas que se transmiten en los medios de comunicación y la calle. Este fenómeno, también está relacionado con la necesidad de estar acompañado. Alguien está solo el 10 de diciembre y no pasa nada, pero lo está el 24 y resulta una experiencia terrible. Simplemente son sentimientos relacionados con emociones negativas que puede resolver un buen amigo.

Pero el problema puede ir más allá. Las dificultades económicas acaban generando frustración y derivan en patológicas si los afectados no asumen esa realidad cayendo en la desesperación. Especialmente, existe un trastorno que prolifera en fechas como éstas. Se trata del consumo compulsivo en personas que alivian su ansiedad con las comparas, y que, si no tienen suficientes recursos, seguirán adquiriendo productos inútiles aunque tengan que renunciar a otras necesidades. Aunque, este año parece que estamos derrochando menos, sea por problemas reales o por el efecto psicológico que, en épocas de crisis, induce a reducir los gastos e incluso a rebajar las expectativas.

No obstante, pese al estrés de los gastos, las compras, las comilonas, y la contrariedad de que sea una fiesta tan comercial, la amplia mayoría pone en casa el árbol de Navidad, invita a las personas queridas y hace regalos.