
Los bancos especializados en este tipo de créditos las titularizaron, es decir, las convirtieron en deuda (bonos, pagarés, etc.), que fue comprada por otras entidades, principalmente a través de fondos de inversión, que comienzan a destapar pérdidas multimillonarias. Y es aquí donde la crisis empieza a expandir sus efectos por el mundo.
Por un lado, los inversores temen que acabe afectando a bancos e inmobiliarias, haciendo que sean estos los valores que más han caído en Bolsa. Y también retiran su confianza de la deuda privada (de empresas y entidades financieras), cambiando sus fondos a deuda pública de mayor seguridad. Por otro lado, los bancos han elevado sus exigencias para prestar dinero, ya no sólo a particulares o empresas, sino a otros bancos. Lo que ha provocado una falta de liquidez en los mercados.
En cinco días, el Banco Central Europeo prestó a otras entidades casi 200.000 millones de euros. Una inyección de dinero con la que, además de prevenir posibles faltas de liquidez a las entidades financieras, el BCE intentaba frenar la subida de tipos de interés interbancarios. Algo que terminaría afectando tanto al crédito familiar –con un alza en las cuotas de las hipotecas – como a los préstamos empresariales – que no encuentren quien les preste- Y eso sí que tiene repercusiones directas sobre la economía: las familias gastan menos, reduciendo la demanda interna, principal motor económico, y las empresas invierten menos, no aumentando o, incluso, reduciendo su producción, y también el empleo.
Como se puede ver, empezó siendo un problema local y ha acabado siendo global. Claro, que el que surgiera en una de las primeras potencias económicas mundiales también tiene mucho que ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario